Se me destaparon las orejas.
Y después un poro del cuero cabelludo.
Dos.
Tres.
Miles.
Se me destaparon los ojos...
la boca.
Las sensaciones comenzaron a
invadirme.
Con su dedo índice,
me recorrían
desde el cuello
hasta el final de la espalda.
Y susurraban...
Todo lo que brota de mi se choca en una nube perfecta de luz y color con todo lo que quiere entrar en mi. Y me voy llenando de lo que sobrevive. O voy sobreviviendo de lo que me llena.
Hasta que un día no. Y la sequedad me invada...
Puedo imaginarme las células de mi sangre flotando por mis arterias, ya no empujadas por una fuerza. Fluyendo por inmovilidad y voluntad propia...Flotando.
1 comentario:
Aun los vientos y la Mar le obedecen...
El Chico de las Poesías
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