martes, 9 de marzo de 2010

Deformación Legal: II


Al lado del elefante, unos pasos llevaron a un hombre de sombrero a mi campo visual. Me preguntó cómo estaba mi casa. En ese instante, la cuadra entera se vació. Se vació de casas, macetas, tenedores y cuchillos en una sola queja metálica que no duró más que un pestañeo. Lo que había quedado era: el elefante, el señor de sombrero, mi casa y yo, dentro de ella (por cierto, la distancia entre mi casa, el hombre y el elefante se hizo grande). Predonminaban las sombras alargadas que delatan vacíos.

Mi casa es un cubo en este momento. Segura, parece. Que cómo está usted tan seguro de que es segura. Y que lo sé porque es mi casa.

En ese momento mi casa cambió automáticamente de forma tras un ruido que fue algo así como "Plop". Se hizo un iglú. Mi ventana se achicó. "Plop" de vuelta y se hizo larga y finita. Recuerdo que alcé los ojos al techo inalcanzable con el desgano de quien está cansado de que pasen estas cosas cuando uno creía que ya no iban a pasar más. "Plop", de madera, estilo alpina. "Plop", de piedra, tipo cueva. "Plop", de vidrio...