jueves, 4 de febrero de 2010

Deformación Legal: I

Era un día de calor asesino. Los ventiladores del cuarto parecía burlarse de uno. Yo estaba como siempre mirando por el cuarto inferior izquierdo de mi ventana (Siempre manteniendo una distancia prudente de la misma (ya que las ventanas marcan límites entre mundos (y eso siempre me asustó (En un momento uno estaba adentro de un cuarto, encorvado, despatarrado, silencioso, con los ojos caídos y la mente hablando en voz explosivamente alta... y en el otro, uno sacaba la cabeza por la ventana para burlarse del vecino por el resultado de un partido y ya está. Uno se enderezaba, se sonreía todo, se movía con fingida firmeza y no dejaba de repetir palabras sin sentido que iban sosteniendo al mensaje real para que no se caiga. ¿Qué pasaba en el medio? ¿Era la ventana una red que filtraba facetas de personas?)))).
Miraba por la ventana a la vereda de enfrente con el mismo hastío de siempre, el que me acompaña desde hace unos años atrás, cuando nací. Miraba las sedientas baldosas del mediodía, las persianas apenas levantadas de la casa de enfrente, la basura dejada atrás por accidente del día anterior... hasta que miré a un elefante. Un elefante sentado y acalorado. Las patas de atrás las había desparramado por las baldosas gastadamente naranjas; las patas de adelante las mantenía erguidas. Parecía un perro obediente. Pero era un elefante.




No porque sea una garantía de mayor coherencia... Pero esto continuará.