martes, 9 de marzo de 2010

Deformación Legal: II


Al lado del elefante, unos pasos llevaron a un hombre de sombrero a mi campo visual. Me preguntó cómo estaba mi casa. En ese instante, la cuadra entera se vació. Se vació de casas, macetas, tenedores y cuchillos en una sola queja metálica que no duró más que un pestañeo. Lo que había quedado era: el elefante, el señor de sombrero, mi casa y yo, dentro de ella (por cierto, la distancia entre mi casa, el hombre y el elefante se hizo grande). Predonminaban las sombras alargadas que delatan vacíos.

Mi casa es un cubo en este momento. Segura, parece. Que cómo está usted tan seguro de que es segura. Y que lo sé porque es mi casa.

En ese momento mi casa cambió automáticamente de forma tras un ruido que fue algo así como "Plop". Se hizo un iglú. Mi ventana se achicó. "Plop" de vuelta y se hizo larga y finita. Recuerdo que alcé los ojos al techo inalcanzable con el desgano de quien está cansado de que pasen estas cosas cuando uno creía que ya no iban a pasar más. "Plop", de madera, estilo alpina. "Plop", de piedra, tipo cueva. "Plop", de vidrio...

jueves, 4 de febrero de 2010

Deformación Legal: I

Era un día de calor asesino. Los ventiladores del cuarto parecía burlarse de uno. Yo estaba como siempre mirando por el cuarto inferior izquierdo de mi ventana (Siempre manteniendo una distancia prudente de la misma (ya que las ventanas marcan límites entre mundos (y eso siempre me asustó (En un momento uno estaba adentro de un cuarto, encorvado, despatarrado, silencioso, con los ojos caídos y la mente hablando en voz explosivamente alta... y en el otro, uno sacaba la cabeza por la ventana para burlarse del vecino por el resultado de un partido y ya está. Uno se enderezaba, se sonreía todo, se movía con fingida firmeza y no dejaba de repetir palabras sin sentido que iban sosteniendo al mensaje real para que no se caiga. ¿Qué pasaba en el medio? ¿Era la ventana una red que filtraba facetas de personas?)))).
Miraba por la ventana a la vereda de enfrente con el mismo hastío de siempre, el que me acompaña desde hace unos años atrás, cuando nací. Miraba las sedientas baldosas del mediodía, las persianas apenas levantadas de la casa de enfrente, la basura dejada atrás por accidente del día anterior... hasta que miré a un elefante. Un elefante sentado y acalorado. Las patas de atrás las había desparramado por las baldosas gastadamente naranjas; las patas de adelante las mantenía erguidas. Parecía un perro obediente. Pero era un elefante.




No porque sea una garantía de mayor coherencia... Pero esto continuará.